23/12/20

Por favor

Yo a Alexa la maltrato un poco. Le pido series y películas cuando me viene en gana con escasa amabilidad y mucha impaciencia. Lo mismo me sucede con Siri. En cuanto malinterpreta una instrucción dos veces seguidas, empiezo a elevar el tono. Si no termino gritándole, es porque sé que eso empeorará su comprensión. En resumen: soy un déspota con los asistentes virtuales. 

Me lo hizo saber mi hija: "Papá, deberías pedirle a Alexa las cosas por favor". Y tiene más razón que una santa. En nuestras conversaciones con inteligencias artificiales, parecen más humanas ellas que nosotros. ¿Por qué les hablamos como si nosotros también fuéramos robots?

Del mismo modo que Siri solo responde si primero le dices "Oye, Siri", los asistentes podrían programarse para exigir al humano un mínimo de cortesía, y ofrecer sus anheladas respuestas y búsquedas únicamente si su interlocutor utiliza las palabras mágicas: "Por favor" y "gracias".

De lo contrario, esta brusquedad en las formas corre el riesgo de extenderse también, si no lo está haciendo ya, al trato con nuestros congéneres. Peligro aún más grave si tenemos en cuenta que se están desarrollando ya androides sexuales. Está claro que no puede ser ilegal follar con tu robot cuando te dé la gana. Pero tampoco lo será insultarlo o darle una paliza. Algunos quizá defenderán la tesis de que estas conductas pueden servir como vía de escape y dique de contención ante conductas análogas con otros humanos. Sin embargo, no estoy tan seguro de eso. Me temo que el maltrato en cualquiera de sus formas a un ser artificial no deja de ser un maltrato real, especialmente para el maltratador. Ser amable y cariñoso y educado es un hábito, una actitud y aun una aptitud que dudo que mejore practicando justamente lo contrario. No quiero ser agorero, pero nuestra incompetencia emocional y social aún tienen margen para empeorar.

Así que aprovecho este momento y lugar para pedirles encarecidamente algo que jamás pensé que diría: Por lo que más quieran, sean amables con sus asistentes virtuales.

Felices fiestas.

Y gracias.

11/12/20

Coronahaiku 1

Puestas las gafas

cae la niebla en la calle.

La mascarilla.

Likes

De vez en cuando, sospecho que no soy el único, le doy un like a algo, digamos a un tuit, un comentario en facebook o una imagen en Instagram, y me pregunto, a medio redoble de pulgar, por qué. No por qué me gusta sino por qué lo manifiesto, y por qué lo manifiestan todos los demás. Se me ocurren varias posibilidades:

a. Te gusta, y das like para exteriorizar tu agrado, con la naturalidad con la que alguien asiente al escuchar una idea con la que está plenamente de acuerdo.

b. Te gusta y quieres que el autor lo sepa. O que sus seguidores lo sepan. O que tus seguidores lo sepan.

c. No te gusta, pero le das like por educación, como quien sonríe ante un chiste sin gracia para no herir los sentimientos de su interlocutor.

d. No te gusta, pero quieres llamar la atención del autor o de sus seguidores.

Desde luego, no creo que todos los likes sean iguales, ni que todos sean meros reflejos digitales de un gusto real. Quizá un día lo sean. Quizá un día, monitorizados por sensores y algoritmos que obtengan información precisa sobre nuestro ritmo cardíaco o nivel de endorfinas y serotoninas en tiempo real, los likes se efectúen de manera automática. Sería interesante ver las consecuencias sociales de semejante avance tecnológico, algunas posiblemente fatales o, cuando menos, contraproducentes. Porque también la ausencia de like puede deberse a distintos motivos:

a. No te gusta.

b. No te gusta y no das like, aunque en circunstancias normales, se lo darías por educación.

c. Te gusta, pero te da pereza mover el pulgar, o cuando le ibas a dar el like, ya estás en otra publicación, se fue el tren.

d. Te gusta, pero quieres llamar la atención del autor ignorándolo con tu silencio.


Y esta es mi pequeña introducción al fascinante mundo de la paranoia y la neurosis. De nada.