31/12/13

Hilo

Leo un par de relatos de Kafka mientras defeco. Me dejan pensativo.
Salgo del baño en busca del móvil guiado por un impulso repentino. Lo dejé cargando y no recuerdo dónde. Miro en una mesa, y me tropiezo con una novela de Haruki Murakami: 1Q84. No puedo evitar leer las primeras páginas. En ellas menciona una sinfonietta de Janacek, compuesta en 1926, año en el que, subraya Murakami, Kafka llevaba ya dos años muerto. De nuevo, Kafka.

Por fin doy con el móvil, abro Instagram. Un inglés al que sigo ha colgado una foto, un detalle de la portada de 1Q84, de Murakami. Pienso en las coincidencias, en los hilos invisibles que unen unos sucesos con otros, unos pensamientos con otros. Me pregunto si el inglés y yo hemos estado defecando al mismo tiempo. Tal vez Murakami sincronizó también su tránsito intestinal.

Por supuesto,  sucedieron además otras muchas cosas, miríadas de diminutos acontecimientos, que no tenían absolutamente nada que ver entre sí.

24/12/13

Je me souviens XXXII

211.
Me acuerdo de que mi padre hacía vahos de Vicks Vaporub.

212.
Me acuerdo de que los numerosos cambios de acento y cortes en mitad de palabra no me permitían entender ni una frase seguida de las canciones de Mecano.

213.
Me acuerdo del Street Fighter.

214.
Me acuerdo de aquel disco de los pitufos maquineros.

215.
Me acuerdo del videoclip de Nothing compares to you, de Sinnead O´Connor. Y me acuerdo de que, en realidad, esa canción la compuso Prince.

216.
Me acuerdo de que jugaba a bombardear a las hormigas soplando por una pajita.

217.
Me acuerdo del Typex. Y de que me lo comía para ganarme la admiración de mis compañeros de clase.

218.
Me acuerdo de los polos Popeye.

219.
Me acuerdo de la melena larga, lisa y oscura de mi madre al salir de la ducha.

220.
Me acuerdo de un spot de Sanex en el que un hombre besaba la axila depilada de una mujer.

13/12/13

El Despertador

En mitad de la noche, se coló Mario en nuestra cama, prometiendo casi sin abrir los ojos que sería solo un minuto. Naturalmente, se sobrepasó con creces la hora límite, pero nadie tomó represalias, estábamos demasiado ocupados durmiendo, cada uno entregándose en solitario a sus sueños como adictos a la playstation. Alrededor de las seis de la mañana, algo nos despertó simultáneamente a los tres, quizá la lluvia en la ventana. Luisa trató de convencer a Mario de que se fuese a su camita, porque si no, dentro de poco le iba a molestar el despertador. Lo cogí en brazos y subí la escalera en dirección a su habitación. Me pareció que estaba algo tenso, pero supuse que se debía a que no deseaba regresar a su cama. Tras unos instantes de silencio, me miró y me preguntó con cierta inquietud "¿va a venir el Despertador?". Y esa pregunta abrió de pronto la puerta a todo un mundo de historias, historias de otros tiempos, aquellos en los que un señor encendía las farolas, y otro dejaba la leche en la puerta. Y estoy convencido de que en ese mundo, en ese tiempo, hubiera encajado de maravilla el Despertador, un hombre encargado de despertar a la gente por las mañanas, para que no se les fuese el santo al cielo. ¿Cuál sería su método? ¿Unos suaves golpes en la puerta? ¿Se atrevería quizá a colarse en la casa para posar la mano en el hombro y susurrarnos nuestro nombre al oído ? ¿O despertaría a cada uno según la inspiración del momento, dejándose llevar por la situación, por la simpatía instantánea que se adueñara de él al descubrir a una  joven con el aliento fresco, o bien el rechazo que pudiera provocarle otro rostro abandonado, flácido, aplastado contra la almohada, quizá manchada con un rodal de saliva sanguinolenta? ¿O contaría tal vez con alguna herramienta, como por ejemplo una campanita? ¿Iría con uniforme? Sin embargo, por la expresión de mi hijo, no hablamos de un señor salido de Cinema Paradiso, sino quizá de un personaje siniestro y escurridizo de una pesadilla de Tim Burton, un ser más terrible si cabe que el hombre del saco, un señor amargado probablemente por el insomnio crónico, que se dedica a ir de casa en casa, de dormitorio en dormitorio, para bajarnos la manta, hacernos cosquillas en los pies, taparnos la nariz, cualquier cosa que le permita cumplir con su maligno propósito: abortar nuestros sueños más hermosos.

24/11/13

Cita que te crió I

" La fuerza que no sabe detenerse a tiempo, sea bisonte, hombre o cóndor, crea el desierto a su alrededor y deja en él su pellejo, y servirá de pasto a las hormigas y a las moscas" (Italo Calvino, La taberna de los destinos cruzados).

20/11/13

Biblioteca.

Recorro el estrecho pasillo observando los lomos de los libros como si esperara  una revelación, como un arqueológo en los pasadizos de una pirámide. Extraigo uno y lo hojeo. Mario me llama a gritos tirándome del pantalón. Le recuerdo que en las bibliotecas hay que hablar flojito. Mira, me dice en eufóricos susurros, mira este libro que he cogido yo: también tiene letras. Suelto una carcajada y el bibliotecario me mira desde lejos, apretando los labios, conteniendo la reprimenda para no perturbar  la lectura de nadie.

15/10/13

Je me souviens XXXI

201.
Me acuerdo de que en casa se compraba el periódico solo los domingos.

202.
Me acuerdo de cuando era normal tener un canario enjaulado en el balcón.

203.
Me acuerdo de que los videoclubes más avanzados instalaron cajeros para prestar servicio las 24 horas del día.

204.
Me acuerdo de que muchos compañeros del colegio asistían a clases extraescolares de mecanografía.

205.
Me acuerdo de que me reí mucho viendo Braindead.

206.
Me acuerdo de Mr. Bean. Y del Escorpión negro.

207.
Me acuerdo de Atmósfera cero, con Sean Connery.

208.
Me acuerdo de que siempre me generó mucho rechazo Rick Astley.

209.
Me acuerdo de Chris Isaak en El silencio de los corderos.

210.
Me acuerdo de las recurrentes y eternas escenas de Harpo tocando el arpa.

11/9/13

Je me souviens XXX

191.
Me acuerdo de que siendo niño me empapaba el pelo con colonia antes de peinarlo.

192.
Me acuerdo de que mi padre sacaba punta a los lápices con un cúter.

193.
Me acuerdo del videoclip de Frozen, de Madonna.

194.
Me acuerdo de que construí un avión ensamblando pajitas.

195.
Me acuerdo de un monitor de Esplai que se hacía dibujos con óleo en las camisetas.

196.
Me acuerdo de Nacho Cano tocando tres o cuatro sintetizadores a la vez.

197.
Me acuerdo de que las botellas de Terry llevaban colgado un caballito blanco de plástico.

198.
Me acuerdo de El que sabe, Saba.

199.
Me acuerdo de la Fanta de piña. Y de que casi me produce una caries general.

200.
Me acuerdo de las chicas Mamachicho.

6/9/13

Un cajón

Abro el primer cajón de una cómoda con intención de poner un poco de orden, y esto es lo que hallo en su interior:

Un pulsómetro.
Un reloj digital sin pilas con una de las correas de cuero negro rotas.
Un reloj azul de aguja de cuyo tic tac es imposible abstraerse.
Un reloj de aguja parado.
Un reloj Casio con la correa rota e irreparable.
Un reloj Kessel inservible que perteneció a mi padre.
Una pulsera metálica con un rectángulo rojo en el que hay un caracter chino.
Un paquete de seis pilas de reloj en el que solo quedan tres.
Un paquete de Ibuprofeno en el que tan solo queda una pastilla.
Una cinta de tela que alterna horizontalmente líneas rojas y blancas. Quizá una pulsera.
Una pequeña caja de cerillas con el logo de Fortuna.
Una caja de cerillas alargada con el logo de Filo.
Una caja de Enantyum 25 mg.
Una pequeña varilla de plástico rojo.
Una pinza azul.
Una pinza rosa.
Una horquilla violeta.
El ojo de cristal de un muñeco.
5 condones On.
2 condones Durex, uno verde y otro plateado.
Un Ibruprofeno suelto.
Una pila de reloj suelta.
Una cera bermellón.
Una cajita de madera con forma de corazón en cuya tapa aparece un pájaro sobrevolando unas montañas.
Una pulsera de hospital.
Un pequeño sobre con una tarjeta de felicitación.
14 anillas de plástico para cortinas.
2 botes de lubricante.
2 botes de aceite corporal, ambos casi vacíos.
Unas bolas chinas.
Un hipopótamo de juguete.
Un artilugio azul diseñado para apretar el pene.
Una carterita de piel marrón oscuro.
Una pulsera morada, que se enrosca dando varias vueltas a la muñeca.
Una bolsita de tela blanca.
Una pulsera de hospital. Esta, de un bebé.
Un poema plastificado cuyo título reza Día del padre.
El dibujo de una paloma plastificado en el que puede leerse Felicidades, papá.
Un botoncito rojo dentro de una bolsa de plástico.




27/8/13

Je me souviens XXIX

281.
Me acuerdo de cuando las cajetillas de tabaco no tenían ninguna advertencia.

282.
Me acuerdo de que mi madre encendía cada cigarrillo con la colilla del anterior.

283.
Me acuerdo de los puros de Groucho.

284.
Me acuerdo de unos rifles de juguete que comprimían pequeñas cargas de pólvora para imitar el sonido de los disparos.

285.
Me acuerdo de Lucky Luke y los hermanos Dalton.

286.
Me acuerdo del Freehand.

287.
Me acuerdo de que el día que estrenamos piso en El Vendrell comimos pollo a l´ast en el suelo del comedor, como en un picnic.

288.
Me acuerdo de Ulises 31.

289.
Me acuerdo de que durante una temporada lo escribía todo con rotulador Pilot negro.

290.
Me acuerdo de la vena hinchada sobre la frente de Julia Roberts en Durmiendo con su enemigo.

11/6/13

Je me souviens XXVIII

271.
Me acuerdo de que una vez me acusaron injustamente de haber volcado un bote de pintura en la guardería.

272.
Me acuerdo de que mi guardería se llamaba Snoopy.

273.
Me acuerdo de que mi madre me obligó a comerme un frankfurt, y acabé vomitando.

274.
Me acuerdo de que cuando comíamos melón, mi padre cortaba el culo y me lo pegaba en la frente.

275.
Me acuerdo de cuando las sandías tenían pepitas.

276.
Me acuerdo de mi madre, a lo lejos, cargada con bolsas de la compra.

277.
Me acuerdo de lo refrescante que era en verano cruzar las puertas de El Corte Inglés.

278.
Me acuerdo del día que descubrí que los bolígrafos Bic refractan la luz.

279.
Me acuerdo de que había un lago artificial con peces en Comarruga.

280.
Me acuerdo de que me costó mucho aprender a hacer los nudos de los zapatos.

5/6/13

Microrrelato publicado en una antología

El colectivo Miguel J. Peláez, de Zafra, publicará uno de mis textos en una antología con los 55 microrrelatos finalistas del primer concurso literario convocado por esta asociación cultural. Se presentaron al certamen 1.832 relatos del mundo entero. Ahí es nada.

FAMA
Quizá esté mal juzgarle porque quién soy yo para juzgar a nadie, pero lo cierto es que el sujeto en cuestión no tenía nada especial. Carecía de todo interés. Tal cual suena. Los hombres le ignoraban. Las mujeres, aún más. Ni siquiera era de esos que generan odio o repulsión, simplemente pasaba desapercibido. Y a pesar de todo, el tipo logró un día interesar a todo el mundo. Se hablaba de él en universidades y hasta aparecía en camisetas y ridículos souvenirs. Y todo porque alguien con un cepillo sacó a relucir su cráneo de entre el polvo un millón de años después de que el infeliz se ahogara en la orilla de un lago cuando fue a beber.

29/4/13

Je me souviens XXVII

261.
Me acuerdo de que me divertía mucho en coche la sensación de que se me subiera el estómago, cuando la carretera ascendía y descendía bruscamente.

262.
Me acuerdo de una colección de cassettes de música instrumental que se llamaba Música maravillosa para gente maravillosa.

263.
Me acuerdo de cuando era habitual que los coches tuviesen quince o veinte años.

264.
Me acuerdo de los tamagochi.

265.
Me acuerdo de Akira.

266.
Me acuerdo de las crèpes de mi madre.

267.
Me acuerdo de los bíceps de mi tía.

268.
Me acuerdo de que pegaba a mi hermano a menudo.

269.
Me acuerdo de los helados Contessa.

270.
Me acuerdo de que mi padre sudaba mucho al comer.


17/4/13

Je me souviens XXVI

251.
Me acuerdo de cuando la leche se vendía en botella, en lugar de en brick.

252.
Me acuerdo de Galerías Preciados.

253.
Me acuerdo del boom de los sudokus.

254.
Me acuerdo de aquellos días en el metro en que todo el mundo leía Las cenizas de Ángela o Los pilares de la tierra.

255.
Me acuerdo de que tuve una riñonera.

256.
Me acuerdo de lo magníficamente bien que combinaban los vaqueros azules con las Panamá Jack amarillas.

257.
Me acuerdo de la moda de rajarse los vaqueros por las rodillas.

258.
Me acuerdo del tema Ice, ice baby sobre la línea de bajo de Under pressure.

259.
Me acuerdo de cuando las cabinas telefónicas eran realmente cabinas.

260.
Me acuerdo de José Luis López Vázquez atrapado en una de ellas.

6/4/13

Je me souviens XXV

241.
Me acuerdo de un profesor de la UAB que daba clase con un micrófono diadema, como los que usa Madonna.

242.
Me acuerdo de mi vendedor de Círculo de Lectores.

243.
Me acuerdo de que hice una colección de fascículos sobre los dinosaurios.

244.
Me acuerdo de un novio de mi abuela, que se llamaba Diego y se emborrachaba a menudo.

245.
Me acuerdo de cuando montar una tienda de campaña requería toda la tarde y el esfuerzo de todos y cada uno de los hombres de la familia.

246.
Me acuerdo de que en mi casa se coleccionaban ceniceros y copas de cerveza sustraídos en bares y restaurantes.

247.
Me acuerdo de que le pedí a mi padre que se dejara barba, y de que se propuso hacerlo, pero desistió a los pocos días. 

248.
Me acuerdo de aquel personaje de Desafío Total, igualito a Jordi Pujol.

249.
Me acuerdo de que cuando vi por primera vez Blade Runner me pareció tan fascinante como incomprensible.

250.
Me acuerdo de que siempre soñé con tener unos walkie-talkies.
 

27/3/13

Conciencia

La conciencia es el eco de las voces de todos los que participaron en nuestra educación.

19/3/13

Je me souviens XXIV

231.
Me acuerdo de que mis padres eran amigos del dueño de un bar, un hombre que sabía mover las orejas como nadie y que se ponía los párpados al revés.

232.
Me acuerdo de un compañero de clase que siempre tenía un moco verde fosforescente asomándole de la nariz.

233.
Me acuerdo de que la familia de mi profesor de latín había muerto a causa de un torrente en Terrassa. O eso se decía.

234.
Me acuerdo del Dr. Slump, y de Bola de Drac.

235.
Me acuerdo de McGyver. Y de Expediente X.

236.
Me acuerdo de que estuve pensando en hacerme un pin con la frase "Yo me he leído El Quijote".

237.
Me acuerdo de que mi padre me contó que se empezaron a construir los techos en los decorados de cine por culpa de los contrapicados de Orson Welles.

238.
Me acuerdo de que mi padre amaba el cine. Y de que de joven fue censor.

239.
Me acuerdo de que me hospedé unos meses en una pensión en la que la nevera tenía candado.

240.
Me acuerdo de que tras ver la película Vikingos, bajé con mis amigos a la calle y jugamos a que éramos guerreros nórdicos.


15/3/13

Je me souviens XXIII

221.
Me acuerdo de que cuando era niño se vendían unas bolsitas de arroz o trigo inflado con miel.

222.
Me acuerdo de cuando los cines no estaban en los centros comerciales.

223.
Me acuerdo de que mi madre se pintaba los ojos de un modo que me recordaba a Elizabeth Taylor en Cleopatra.

224.
Me acuerdo de que un hermano por parte de padre trató de cortarse las venas con un cortauñas cuando le abandonó su mujer.

225.
Me acuerdo de que cuando practicaba Taekwondo me daba vergüenza ducharme en el gimnasio, así que me vestía y me iba a casa sin duchar.

226.
Me acuerdo de las linternas de petaca.

227.
Me acuerdo de cuando se empezó a construir Euro Disney.

228.
Me acuerdo de que mi tía me regaló un libro titulado Hablando de sexo sin tabúes.

229.
Me acuerdo de que mi ex me regaló un colgante con su foto, y de que tuve que disimular para que no se diera cuenta de que me  horrorizaba.

230.
Me acuerdo de que en casa teníamos una ampliadora fotográfica.

7/3/13

Entrevista en El ojo crítico

Mañana por la tarde, a partir de las 19:00, charlaré un rato con Alberto Martínez Arias en El ojo crítico, el programa cultural de Radio Nacional de España. Estáis todos invitados, pero sólo a escuchar.

5/3/13

La ironía

Me sucedió al contemplar unos tapices belgas del siglo XV en los que se narraba la historia de San Esteban, el primer mártir cristiano. Siglos después de su injusta lapidación, hallaban sus restos y los iban trasladando de un lugar a otro, Jerusalén, Constantinopla, Roma, en función de las visiones a las que tenían acceso diversos iluminados. Cada vez que el equipo encargado del transporte de las santas reliquias llegaba a una ciudad después de haber sorteado toda clase de peligros, llegaba alguien asegurando que Dios le había comunicado que los restos debían reposar en otro lugar a miles de kilómetros de allí. Y yo, en los rostros esquemáticos de los que cargaban en sus hombros con el mártir, creía adivinar un gesto de hastío, quizá incluso una mirada asesina. A pesar de la gravedad y la solemnidad con que está tratado el asunto, yo no podía dejar de pensar en Este muerto está muy vivo.

Y me sucedió también leyendo algunos clásicos, como La Odisea. Por ejemplo, en este pasaje, que tiene lugar cuando Odiseo y los suyos, tras diez años de guerra, y múltiples aventuras de regreso a casa, divisan ya el perfil de Ítaca. Eolo les había regalado un odre que contenía los vientos, pero los compañeros del héroe, creyendo que contiene oro y joyas, deciden abrirlo:

Odiseo: (…) Prevaleció aquel mal consejo y, desatando mis amigos el odre, escapáronse con gran ímpetu todos los vientos. En seguida arrebató las naves una gran tempestad y llevolas al ponto: ellos lloraban, al verse lejos de la patria, y yo, recordando, medité en mi inocente pecho si debía tirarme del bajel y morir en el ponto, o sufrirlo todo en silencio y, cubriéndome, me acosté de nuevo".

El modo en que Odiseo valora la posibilidad del suicidio y finalmente se decanta por la pasividad absoluta, resignado parece a no regresar jamás a su hogar, está teñido en mi opinión de una cierta ironía digna del mismísmo Bartleby.

También es un buen ejemplo este otro pasaje, en el que Odiseo se plantea explorar una tierra desconocida:

Odiseo: (…)Al punto que divisé el negro humo, se me ocurrió en la mente y en el ánimo ir yo en persona a enterarme, mas considerándolo bien, pareciome mejor regresar a la orilla, donde se hallaba la velera nave, disponer que comiesen mis compañeros y enviar a algunos para que se informaran".

Básicamente, Odiseo da un gran rodeo para decirnos que creyó más conveniente no arriesgar su preciada vida. En definitiva, su discurso es el de un valeroso héroe, pero entre líneas puede leerse el acceso de cobardía que le hizo temblar las rodillas.

Esa fina capa de humor la he descubierto además en ciertos episodios de La Biblia, como aquel en el que Dios trata de convencer a Moisés de que exija al faraón la liberación del pueblo judío, y el elegido no hace más que poner excusas de toda clase intentando escurrir el bulto y librarse de semejante marrón.

En algunos casos, cabe la duda, la posibilidad de que, efectivamente, el autor pretendiera ser irónico, pero me temo que en la mayoría de las ocasiones no fue así, sobre todo porque los textos en los que hallo ese sutil humor suelen ser épicos, solemnes y grandilocuentes. Admito que puede ser en gran medida una cuestión mía, puramente personal: le encuentro el chiste a cualquier cosa. Sin embargo, reflexionando sobre este tema, he llegado a una conclusión que me resulta más estimulante. La ironía es fundamentalmente un distanciamiento, un desapego a la hora de contar una idea o una historia cualquiera. Si no fueron los autores de la antigüedad los que pusieron esa distancia, sólo hay otro posible responsable: el tiempo. 

El tiempo es, al fin y al cabo, el distanciamiento por antonomasia, el único verdaderamente insalvable, imperceptible, constante e inexorable, y que logra alejar a todas las cosas, y a todas las personas, incluso de sí mismas. El tiempo es pues el que añade una pátina de socarronería, una sonrisa de medio lado a todo lo que cuenta, a todo lo que queda atrás. El tiempo es el autor más irónico y salvaje del universo.







4/3/13

Je me souviens XXII

211.
Me acuerdo de que una garrapata se me aferró a una oreja, y de que mi padre me la quitó quemándola con un cigarrillo.

212.
Me acuerdo de Franco, Franco, que tiene el culo blanco porque su mujer lo lava con Ariel.

213.
Me acuerdo de algunas de las torturas de Desaparecido en combate II.

214.
Me acuerdo de los contratos basura de Felipe González.

215.
Me acuerdo de que mi padre tomaba cerveza para desayunar.

216.
Me acuerdo de que encontré en un cajón unas fotos de mis padres desnudos.

217.
Me acuerdo de que durante una temporada salía de fiesta como quien va de caza, pero todas las presas se me resistían.

218.
Me acuerdo de que una vez vino la policía a mi casa para poner fin a una fiesta, y yo salí a recibirles en albornoz.

219.
Me acuerdo de que aprendí antes a bucear que a nadar.

220.
Me acuerdo de una película de alienígenas diminutos con forma de OVNI que trataban de ayudar a una comunidad de vecinos al borde del desahucio. Pero no recuerdo el título.

28/2/13

Je me souviens XXI

201.
Me acuerdo de que el cumpleaños de mi abuelo paterno era el 29 de febrero, y de que sólo lo celebraba una vez cada cuatro años.

202.
Me acuerdo de que con mi primer sueldo como camarero me compré un teclado Casio.

203.
Me acuerdo de los relatos de robots de Isaac Asimov.

204.
Me acuerdo de El mono desnudo, de Desmond Morris.

205.
Me acuerdo de que una vez dormí en la playa, y de que no fue tan agradable como imaginaba.

206.
Me acuerdo de que mi madre compró una baraja de Tarot.

207.
Me acuerdo de que tenía una corbata estampada al estilo de Kandinsky, pero no recuerdo por qué demonios me gustaba.

208.
Me acuerdo de que cuando me mudé a Sabadell, me escribieron una carta mis antiguos compañeros de clase.

209.
Me acuerdo de que me sorprendió mucho Magnolia, de Paul Thomas Anderson.

210.
Me acuerdo de que me intrigaba mucho que los mayores se fueran todo el tiempo a hacer recados.

26/2/13

Je me souviens XX

201.
Me acuerdo del juego de pasarse el cubito.

202.
Me acuerdo de Los guiñoles de Canal +.

203.
Me acuerdo de cuando se suicidó Kurt Kobain.

204.
Me acuerdo de Elton John tratando de cantar el Show must go on.

205.
Me acuerdo del cangrejo Sebastián, de La Sirenita.

206.
Me acuerdo de Friends.

207.
Me acuerdo de que me ofrecí como guionista en Globomedia, y me preguntaron que de parte de quién iba.

208.
Me acuerdo de Andreu Buenafuente.

209.
Me acuerdo de Caiga Quien Caiga.

210.
Me acuerdo de que la madre de una antigua novia me compraba calzoncillos.

23/2/13

Je me souviens XIX

191.
Me acuerdo de que cuando mi madre nos llevaba a mi hermano y a mí a la playa, teníamos que caminar siguiendo una carretera durante más de tres kilómetros.

192.
Me acuerdo de cuando sólo tenía un par de zapatos, y los llevaba hasta que se partía la suela por la mitad.

193.
Me acuerdo de que mi padre grabó en un magnetófono la banda sonora de Caravanas, y en la cinta se le escuchaba encenderse un cigarrillo.

194.
Me acuerdo de que dibujé multitud de cómics sobre ninjas. Y de que en ellos abundaba la tinta roja.

195.
Me acuerdo de que tenía una camiseta de Willy Fogg.

196.
Me acuerdo de La Trinca, y de su canción dedicada a Fraga, entre otras muchas.

197.
Me acuerdo de que cuando era pequeño me encantaba dormir con chicas mayores y mujeres jóvenes.

198.
Me acuerdo de Nunca Máis.

199.
Me acuerdo de que tenía un llavero con tres figurillas atrapadas que servían para jugar a los chinos.

200.
Me acuerdo de que nunca tuve paciencia para resolver un cubo de Rubik.


20/2/13

Je me souviens XVIII

181.
Me acuerdo de Filesa, Rumasa, GAL y compañía.

182.
Me acuerdo de la primera edición de Gran Hermano. Y de la de Operación Triunfo.

183.
Me acuerdo de ir de excursión a Río León Safari.

184.
Me acuerdo de cambiar el carrete de una cámara.

185.
Me acuerdo de las mañanas de niebla en Gerona.

186.
Me acuerdo de la primera vez que me masturbé.

187.
Me acuerdo de que en un combate de Taekwondo me acobardé y fingí que el dolor me impedía proseguir.

188.
Me acuerdo de cuando me recogía el pelo en una coleta.

189.
Me acuerdo de que mi profesor de historia del instituto cantaba en un coro, y aprovechaba la mínima oportunidad para demostrar en clase sus dotes como barítono.

190.
Me acuerdo de cuando el Parc Catalunya de Sabadell no era más que un inmenso descampado.

17/2/13

Je me souviens XVII

171.
Me acuerdo de que me encantó la película El nombre de la rosa, y de que me impactó sobremanera la escena de sexo.

172.
Me acuerdo de que durante muchísimos años pronuncié el nombre Sean así: Sin.

173.
Me acuerdo de aquellas monedas de 25 pesetas con un agujero en medio, y de que ensarté varias en una cadena de plata que me regaló mi tía.

174.
Me acuerdo de que en una época iba siempre en camiseta de tirantes.

175.
Me acuerdo de que me hice una trenza de colores durante un viaje de fin de curso a Italia.

176.
Me acuerdo de que vi en Florencia a una señora cantando el Santa Lucia, y de que su marido, muy enjuto, iba dando vueltas a su alrededor y grabándola con una cámara de vídeo sin dejar de sonreír.

177.
Me acuerdo de Yugoslavia, Checoslovaquia y la U.R.S.S..

178.
Me acuerdo de Dartacan y los tres mosqueperros.

179.
Me acuerdo de que utilizaba las latas de refrescos como cenicero.

180.
Me acuerdo de Amélie.

16/2/13

DJ Azar

Esta es la lista de canciones que he escuchado hoy al salir a correr, seleccionadas por mi iPod de modo aleatorio. Me ha sorprendido que la primera y la última fueran tan apropiadas, pero no sólo eso, además el final del tema de cierre ha coincidido de forma extrañamente exacta con mi llegada a casa, y eso que mi recorrido no ha sido hoy el habitual y el tema en cuestión dura 25 minutos, de manera que no resultaba sencillo realizar los cálculos y lograr que todo encajase.

1. Hombre Araña, de Standstill (Adelante Bonaparte).
2. Art Decade, de David Bowie y Brian Eno (Low).
3. Gun-Shy, de Grizzly Bear (Shields).
4. Decadencia, de Los evangelistas (Homenaje a Enrique Morente).
5. Impossible Soul, de Sufjan Stevens (Age of Adz).

15/2/13

Lector furtivo

Si no me llevo un libro al parque cuando voy con mi hijo, no es por falta de ganas. De hecho, abundan los momentos tediosos en que el niño no pega a nadie, no se cae o no recoge cristales rotos del suelo, y en los que además, prefiere jugar con sus minúsculos amigos a hacerlo conmigo; por otra parte, el clima, más suave, y la luz, cada vez más omnipresente, son una sugerente invitación a la lectura. Así que, como digo, si no llevo un libro no es porque piense que no voy a disfrutarlo: es por pudor.

Me inunda una serena felicidad al imaginarme ahí, sentado en un banco, leyendo o simplemente hojeando un libro cualquiera, a la luz del sol que se filtra entre las ramas de los árboles, y alzando la vista de tanto en tanto para comprobar que todo va bien, y encontrarme con la mirada de M, sonreírnos y luego seguir cada uno a lo nuestro. Pero la ensoñación termina siempre abortando por el qué dirán. Me da vergüenza ser visto por los padres de los otros niños como un cultureta, un friki y un antisocial. 

Por suerte, ayer di con una solución, imperfecta, pero solución al fin y al cabo: leer en el móvil. Voy paseando, dando vueltas al parque, o siguiendo al niño cuando se aleja demasiado, y leyendo en la diminuta pantalla cuentos de Monterroso, por ejemplo, y esto ya me da menos apuro, porque estoy convencido de que mi actitud será seguramente disculpada, mis gestos sin duda interpretados como los de alquien que escribe un wassap o comprueba el correo por enésima vez.

14/2/13

Público exigente

Cuando comienza a anochecer, emprendemos el camino de vuelta a casa. En el cielo límpido las gamas de azules y violetas se mezclan en una gradación sutil y aparentemente infinita. Según avanzamos, un bloque de viviendas se dessplaza y descubrimos de pronto la luna, fina y blanca como el tajo de un bisturí, aunque no es eso lo que digo:

-Mira, ahí esta la luna. Parece un plátano, ¿eh?

-No -replica el niño.

-Sí, mira, tiene la forma de un plátano, así curvado.

-No -repite, esta vez más indignado-. ¡Un plátano no!

Hasta ahora iba caminando contento, pero de golpe el ceño se le ha bajado hasta darle un aire torbo a su mirada, y se sube refunfuñando en el cochecito.

-Bueno, no sé, me ha parecido un plátano…

-Sí, luna, plátano -concede alegremente sin siquiera mirarme.

-¿Me estás dando la razón como a los locos?

-Sí.

Je me souviens XVI

161.
Me acuerdo de que mi abuela me hizo un cocodrilo de trapo con el que dormía todas las noches.

162.
Me acuerdo de aquella leyenda urbana que circuló durante un tiempo, cuyos implicados eran Ricky Martin, una niña y su perrito, un bote de paté (o mermelada) y una atónita Isabel Gemio.

163.
Me acuerdo de que me daban mucha envidia los niños que venían a clase con esos estuches tamaño folio, con cremalleras, gomitas para sujetar los lápices, bolígrafos y rotuladores, y tantos y tantísimos compartimentos.

164.
Me acuerdo de que un día el profesor de matemáticas reprendió a la clase porque a mí me había desaparecido un donut y nadie tenía el valor de admitir el hurto. También me acuerdo de que luego apareció, y no dije nada, y de que ningún donut me ha sabido jamás tan amargo.

165.
Me acuerdo de cuando se pusieron de moda las camisas de cuadros acolchadas.

166.
Me acuerdo de Words don´t come easy to me, how can I find the way to say to you "I love you", words don´t come easy.

167.
Me acuerdo de que durante años grabé en cassettes las ideas musicales que se me ocurrían empleando mi voz como único instrumento.

168.
Me acuerdo de que me regalaron un disco de Vangelis titulado Beaubourg que me pareció infame. El que me lo regaló se dio cuenta entonces de que el tocadiscos no estaba girando a las revoluciones adecuadas. Volvimos a escucharlo ya con los ajustes correctos y sonaba igual de infame.

169.
Me acuerdo de que mis padres tenían un equipo de música integrado en un mueble con ruedas, y de que al comprarlo les habían regalado una colección en vinilo de bandas sonoras de películas.

170.
Me acuerdo de que mi padre y yo hicimos un belén de escayola.

12/2/13

Je me souviens XV

151.
Me acuerdo de que canté en un par de conciertos en el instituto, y de que me inventaba la letra de la mayor parte de las canciones en inglés.

152.
Me acuerdo de Bravo por la música, que nos hace mágicos.

153.
Me acuerdo de la voz de Axl Rose.

154.
Me acuerdo de que una vez en la guardería me meé encima, aunque quizá fueron más veces.

155.
Me acuerdo de que hacía caricaturas de todos los profesores.

156.
Me acuerdo de que durante mucho tiempo confundí a Cary Grant y a Rock Hudson.

157.
Me acuerdo de leer con pasión una colección de libros sobre hechos paranormales, pero no estoy seguro del título. Tal vez Mundo desconocido.

158.
Me acuerdo de Cosmos de Carl Sagan.

159.
Me acuerdo de aquel angelito que siempre que tenía ocasión espetaba "pedo, caca, culo, pis".

160.
Me acuerdo de Farmacia de guardia.

Ahí queda eso

La crítica literaria es a menudo más imaginativa que la propia literatura.

21/1/13

Je me souviens XIV

141.
Me acuerdo de los videoclips de David Bowie, siempre con un look totalmente diferente en cada uno de ellos.

142.
Me acuerdo de que solía hacer dibujos en las fundas interiores de los vinilos.

143.
Me acuerdo de la sintonía de Najwa Nimri para Versión Española.

144.
Me acuerdo de la risa de Mozart en Amadeus de Milos Forman.

145.
Me acuerdo de cuando todo el mundo empezó a imitar a Chiquito de la Calzada.

146.
Me acuerdo de Grease. Y de que yo trataba de imitar los andares de Travolta.

147.
Me acuerdo de Pulp Fiction de Quentin Tarantino.

148.
Me acuerdo de los poemas metafísicos de Juan Ramón Jiménez.

149.
Me acuerdo de los juegos de lógica de ¿Cómo se llama este libro?, y de que nunca los resolví todos.

150.
Me acuerdo de cuando todo el mundo jugaba al ajedrez.