13/9/22

Premonición

Bien, digámoslo sin aspavientos, pero también sin remilgos: hoy tuve un sueño premonitorio.

La escena era de un carácter inquietante, pues en ella me veía yo alzando y cambiando de lugar todos los objetos de la encimera de la cocina en busca de cucarachas. Apartaba llaves, botes de pilas usadas y cartas del banco y nada, hecho que he agradecido enormemente al despertar y hacer un repaso onírico. Si yo la buscaba ahí es porque temía que estuviese ahí agazapada, pero no hubo tiempo a una resolución definitiva porque los sueños son así, y del sobre del banco uno pasa a una orgía en una sucursal bancaria.

Un cuarto de hora después me hallaba yo efectivamente en la cocina, el sueño olvidado ya, sepultado por las exigencias y urgencias del desayuno y el lavavajillas por poner, de manera que pasé completamente desprevenido la bayeta por la encimera, y al levantar el bote de las pilas, una mancha negra ha empezado a rodar por mi campo de visión con el único fin de erizar hasta el último vello de mi cuerpo. Tal espanto se ha apoderado de mí que ni siquiera fui consciente en ese momento de que el sueño me había advertido de que no era un buen día para ocuparme yo de la cocina. 

Algo que me dice que lo difícil de los sueños premonitorios no es tenerlos, sino reconocerlos.

16/8/22

Disfraz de Neptuno

La mujer oronda mira el mar desde la silla justo en la frontera voluble entre el agua y la arena. La espuma florece entre sus muslos, a veces trepa la redondez de su vientre.Y con cada ola, la silla y sus pies se entierran un poco más, y su melena con mechas electriza el aire. La mujer sonríe.

A una docena de metros en el agua, un hombre enjuto da la espalda al horizonte. Trata de mantenerse en pie, de no perder el equilibrio, pero con cada acometida del oleaje, da un traspiés. Lo observo largo rato. La cabeza rasurada y curtida hasta la clavícula, como si la hubieran injertado en ese cuerpo macilento. El pecho es una estrella de costillas. Tropieza y vuelve a su posición. El hombre sonríe.

Esas sonrisas al paisaje me chirrían. De pronto me asalta la intuición de que podrían ir dirigidas del uno al otro. El abdomen abultado y el tórax hundido parecen encajar como las geografías de África y Sudamérica. ¿Será posible que el hombre imagine eyacular cada ola en dirección a la entrepierna de la mujer, que la mujer fantasee con ser tomada por un dios marino? ¿Existe el cosplay oceánico? ¿Serán alucinaciones mías? ¿Se me ha fundido definitivamente el cerebro?

Unos minutos después, el hombre se aproxima a la mujer, le tiende una mano. La mujer tira de ella para ponerse en pie, pero cae de rodillas. Ambos salen al fin del agua, no sin dificultad. El hombre enciende un cigarrillo y se lo pasa a la mujer. Después se acerca al agua y pliega la silla.



1/4/22

Autorretrato

Algunas expresiones que repito con sorprendente frecuencia, dirigidas a otros o incluso a mí mismo, y a partir de las cuales solo puede reconstruirse la figura de alguien totalmente desquiciado:

- Vamos a ver.

- Dale cera.

- Tira millas.

- Deixa de tocar els nassos.

- Estic fins els collons.

- Hasta el moño. 

- Joder.

- Hostias.

- Mierda.

- Fuck.

- Mon Dieu.

- ¿Eres tonto o te lo haces?

- ¿Qué parte no entiendes?

- Stop it.

- Capullo.

- ¡Payaso! 

- Ole.

- Madre del amor hermoso.

- Me cago en Satanás.

- Me cago en su puta madre.

- Mare de Deu. 

- Coño.

- Bravo.

- A ver qué tal.

- Focus motherfucker.

- En fin.

23/3/22

Viaje

 No sé si irme de viaje esta Semana Santa. Implicaría sacar del maletero el árbol de Navidad.