13/9/22

Premonición

Bien, digámoslo sin aspavientos, pero también sin remilgos: hoy tuve un sueño premonitorio.

La escena era de un carácter inquietante, pues en ella me veía yo alzando y cambiando de lugar todos los objetos de la encimera de la cocina en busca de cucarachas. Apartaba llaves, botes de pilas usadas y cartas del banco y nada, hecho que he agradecido enormemente al despertar y hacer un repaso onírico. Si yo la buscaba ahí es porque temía que estuviese ahí agazapada, pero no hubo tiempo a una resolución definitiva porque los sueños son así, y del sobre del banco uno pasa a una orgía en una sucursal bancaria.

Un cuarto de hora después me hallaba yo efectivamente en la cocina, el sueño olvidado ya, sepultado por las exigencias y urgencias del desayuno y el lavavajillas por poner, de manera que pasé completamente desprevenido la bayeta por la encimera, y al levantar el bote de las pilas, una mancha negra ha empezado a rodar por mi campo de visión con el único fin de erizar hasta el último vello de mi cuerpo. Tal espanto se ha apoderado de mí que ni siquiera fui consciente en ese momento de que el sueño me había advertido de que no era un buen día para ocuparme yo de la cocina. 

Algo que me dice que lo difícil de los sueños premonitorios no es tenerlos, sino reconocerlos.