3.El sudor de la frente
Tras una semana intensiva de networking, de llamadas y correos lanzados al aire como esporas, de cálculos e hipótesis sobre el futuro inmediato de mi cuenta corriente, de análisis nocturnos del abanico de taereas que podría desempeñar a cambio de la mayor cantidad de dinero posible, constato esta certeza: buscar trabajo cansa más que trabajar.
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