8/8/12

Conversación robada IV. La mesa de los niños.

A los niños se les ha puesto en una mesa aparte para que padres e hijos puedan hablar de sus cosas con total libertad. De vez en cuando, los adultos lanzan miradas distraídas a su prole mientras sorben con fruición los jugos de gambas y almejas en esa fresca terraza frente al mar. Los niños exhiben sus torsos morenos y hacen desaparecer a lametones los churretes de helado que les resbalan hasta el codo. Sin duda, los padres no imaginan la trascendencia de su conversación.

-Pues hoy he estado a punto de morirme -informa el más rechoncho de los cuatro.

-¿De qué? -pregunta la mayor mientras busca la mejor forma de atacar los restos de su cucurucho.- ¿De risa?

-No, de verdad -responde el primer niño muy serio.

Nadie le mira ni le anima a proseguir el relato de sus desventuras, pero él aún confía en poder ganarse a su audiencia exponiendo los detalles de su traumática experiencia.

-Había bandera amarilla, y la orilla estaba cada vez más y más lejos. Nadé sin parar y cuando por fin empezaba a tocar las piedras del fondo con el pie, vino una ola así de alta -dice señalando el toldo que les protege del sol-. Y me arrastró con tanta fuerza que acabé de espaldas contra el suelo.

El niño repasa los rostros de sus compañeros de mesa esperando tal vez que alguien diga algo. Finalmente, alguien lo hace.

-¿Qué hora es?

-Las tres -contesta la mayor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario