En
plena campaña electoral, un comando de asesores aconseja al gobierno
atenuar su imagen conservadora participando en una acción ecologista
contra el cambio climático. Así pues, el presidente y sus ministros,
cartera en mano y corbata al cuello, se plantan sobre una placa de hielo
a la deriva para poner de relieve el acuciante peligro al que se
enfrentan a diario osos polares y pingüinos desurados, comprometiéndose
bajo notario a no ponerse a salvo en la zodiac desde las que se les
filma en todo momento hasta obtener un mínimo apoyo de la ciudadanía,
que esperan recibir en forma de cascada de SMS.
Tras
un sonoro plop, la placa de hielo ha pasado a flotar por debajo de la
superficie, y los miembros del gobierno se miran de soslayo sin dejar de
sonreír a las cámaras. No se sabe si por recomendación de los asesores
de imagen o si porque se les están escarchando los pies.
Hay quien asegura que es la peor campaña posible para salvar el Ártico.
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