Dos pares de zapatillas de estar por casa. Aparentemente blandas, cómodas; llenas de pelotillas, feas como un demonio, como les corresponde a las buenas zapatillas. Auténticas. Un par de hombre junto a un par de mujer. Están las unas al lado de las otras, perfectamente alineadas. Es normal dejarlas así cuando uno se mete en la cama. Estas están frente a un contenedor. Lo primero que pienso es que quizá sus dueños estén dentro. No se escucha nada. Parece que duermen. Paso procurando no hacer ruido.
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