9/12/19

1.Guionista onírico

La directora del coro me había regañado por no saberme cierta sección de piano (sic) y me invitaba a practicar entre bambalinas mientras todos los demás celebraban el ensayo general. Todo eran inconvenientes. Para empezar, había dos o tres pianos de cola, y no sabía cuál elegir. Pensé en uno cerrado para molestar menos a los demás, pero justo ese estaba a oscuras, mientras que el que estaba abierto se hallaba justo bajo un foco de luz, así que dediqué un buen rato y no pocos esfuerzos a cambiar de lugar los pianos. A pesar de haberme colocado bajo el haz de luz, seguía sin ver bien el teclado y la partitura, de manera que recorrí la sala en busca de interruptores y los fui pulsando al azar, lo que provocó que se encendiesen unas enormes pantallas con las noticias a todo volumen. Conseguí mutearlo antes de que entrase nadie a llamarme la atención. Cuando por fin estaba ya sentado al piano, me di cuenta de que no veía nada, las notas no eran más que manchas informes. Busqué las gafas. Estaban empañadas. Las limpié. El pasaje, aunque corto, unos tres compases, me resultaba complicado de entender. Necesitaba un lápiz. Por suerte, llevaba conmigo el portaminas, pero no estaba bien afilado. Le saqué punta y la mina se rompió. Me desperté sin haber tocado una sola nota.

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