5/12/19

5.Agenda setting

El agenda setting se está intensificando de tal modo en nuestra sociedad que ya no es suficiente eso, colocar sobre la mesa los temas en los que debe pensar la gente, sino que pasan a ser ya temas según los cuales debe vivir la gente. Es la tematización de nuestras vidas. La parquetemización de nuestras vidas. Este mes hay que salvar al mundo de nosotros mismos, así que ahí están las interminables tertulias sobre el cambio climático, las entrevistas a científicos que alertan del fin del mundo, los reportajes de dietistas que nos recomiendan comer menos ternera para reducir nuestro impacto en la naturaleza, los concursos sobre vivir sin plástico, el autonombramiento de Madrid como green capital, y hasta los sucesos relacionados con el asunto, como el de un anciano que murió el otro día al intentar recuperar la basura, que había tirado en el contenedor equivocado, y terminó cayendo de cabeza, pateando el aire hasta que le dio un ataque cardíaco. Y en este parque temático hay que usar bolsas de tela, categorizar nuestros residuos, manifestarse cada viernes en la puerta del sol e ir en bicicleta al trabajo, aunque esté en la otra punta de la ciudad.

Se puede decir que yo ya estaba sensibilizado con el tema desde hace unos años, pero aun así,  el ambiente que genera este avasallamiento me resulta absolutamente irrespirable. Pasa el carro para salvar al planeta, y solo puede uno subirse a él con urgencia y sin cuestionamientos de ninguna clase, o ser arrollado y acabar en el infierno, porque, como es obvio, se trata aquí de una cuestión moral. Y el que va a la compra con su bolsa de tela es bueno, es puro. Y los demás, no.

Hace unos meses, la tematización era la lucha contra el heteropatriarcado. Había que hablar de feminismo las 24 horas del día, comprar cuentos infantiles únicamente protagonizados por niñas, leer libros escritos por mujeres, reivindicar las figuras femeninas ignoradas por el falocentrismo, soportar libros y series y películas que muestran la verdadera sensibilidad femenina, que al parecer estuvo siempre oculta, y que es idéntica precisamente a aquella que siempre se criticó en los hombres, la obsesión por el sexo y la relativización del vínculo filial, y  nos tocaba también a nosotros confesar a diario nuestros pecados, claro, nuestros micro-machismos, e inventar un idioma nuevo que tratara a todes por igual, por absurdo que resultase. Pero como bien apuntaba en un artículo Alberto Olmos, parece que el heteropatriarcado ha sido vencido al fin y nadie nos ha avisado.

Dentro de dos meses, cuando hayamos salvado al mundo del apocalipsis, no sé cuál será el siguiente tema, pero ahora mismo, cada vez que mencionan el cambio climático, me dan ganas de incendiar el Amazonas.

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