De nuevo me sorprende en el vestuario el discurso del niño. El niño del osito-robot. Este niño es un genio. O un loco. Un poeta. Un profeta. Un drogadicto. Un alienígena.
Está gordo y blanco como un monje. Se viste hablando solo, sus amigos, o sus compañeros, menean la cabeza, tratan de ignorarlo. A su alrededor deambulan viejos desnudos y jóvenes que se embadurnan las axilas con desodorante. Las paredes y el suelo rezuman humedad como en una gruta prehistórica. Y el niño habla:
Cuando consigues a la chica que te gusta: Me ha costado un riñón, pero bueno.
Cuando tu madre te dice que no hay nada gratis y tú le dices morir es gratis, respirar también, y ella te amenaza con la chancla porque has destruido su lógica.
Cuando los memes de Bob Esponja y Patricio ya no tienen gracia.
Cuando juegas al Mindcraft en 2020: Si no te he dicho nada.
Cuando juegas al Mindcraft en 2017: ¿Qué dices?
Cuando juegas al Mindcraft en 2014: Eres un genio.
Cuando hay alerta por coronavirus: Los reyes, las guerras, las hambrunas matan más.
#NoEsParaTanto
#SalvaElPlaneta
Solo ahí uno de sus compañeros se atreve a interrumpirle, diciéndole #Cállate.
A lo que el niño responde:
#NoTienesAutorizaciónParaEjecutarEseComando.
#LoSiento
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