18/3/20

CORONAVIRUS, la serie. Episodio 9

Lluvia. Cielo gris. La casa parece un submarino.

Días antes de la cuarentena, el señor empezó a poner en práctica ayunos intermitentes, y ahora le parece el momento adecuado para aplicar los mismos principios a la comunicación. Día de ayuno informativo. Ni twitter, ni prensa, ni tele, ni wassap. El señor está hasta la coronilla del coronavirus.

Por primera vez en muchos días, logra concentrarse en el trabajo varias horas seguidas. También se reduce notablemente su ansiedad, su agitación interior. A pesar del ayuno, le llega el eco de algunas noticias, como gritos de ballenas a kilómetros de distancia: Sánchez dio otro discurso, habrá moratoria de hipotecas, los casos aumentan. Poco más.

El señor pasa media hora en el estanco imprimiendo actividades escolares. El estanquero se toma muy en serio la tarea. Repasa una y otra vez las hojas que hay, las que faltan, las que están duplicadas. Todo con sus guantes de látex azules y evitando la tentación de chuparse los dedos.

Las fichas suponen un conflicto con el hijo mayor del señor, que ve materializada precisamente ahí su idea del apocalipsis. El señor se viste con sus pantalones blancos y su camisa hawaiana de naranjas mediterráneas y se graba cantando y tocando el teclado. La idea es realizar un vídeo de su grupo durante la cuarentena, con cada miembro en su propia casa.

La tarde avanza entre circuitos de gimnasia, acrobacias laborales, juegos de mesa y horas de estudio. La mujer del señor le pide que se afeite.  Él se niega en rotundo.


Se despierta en mitad de la noche por culpa de la picadura de un mosquito entre el dedo anular y el corazón de la mano izquierda. El mosquito le parece al señor fuera de lugar, no solo por la época del año, sino por la temática del momento. Es como si el protagonista de Parque Jurásico viera amenazada su vida por una neumonía en lugar de por un T-Rex.

Duerme en el sofá.

A la mañana siguiente, hay 13.700 infectados. 600 fallecidos.

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