11/3/20

CORONAVIRUS, la serie. Episodio 1

Madrid, febrero. Un señor de 43 años se entera un día viendo la tele de que en China ha estallado un brote (esas son siempre las palabras que se usan) de un virus que podría haber llegado a los humanos a través de la ingesta de murciélagos. El señor menea la cabeza diciendo ay, estos chinos, mientras sorbe la armadura desvencijada de un gambón. El principal foco de la epidemia es la ciudad de Wuhan, que cuenta con 10 millones de personas, 500 de ellas infectadas, así que el gobierno la cierra a cal y canto: oficinas, fábricas, estaciones de tren y carreteras quedan desiertas y plastificadas.

A lo largo de las siguientes semanas, el señor habla con unos y con otros, y de tanto en tanto, entre los primeros pasos y tropiezos del gobierno de coalición y la serie que tienes que ver de Netflix, se cuela el asunto del coronavirus. Que si a saber si los chinos dicen la verdad, que si hay quien afirma que todo podría ser cosa de Trump para rematar su guerra comercial con el gigante asiático (esas son siempre las palabras).

El señor se maravilla ante la eficiencia y potencia logística de los chinos: construyen dos hospitales en 10 días, distribuyen millones de mascarillas, despliegan drones que velan por el cumplimiento de las restricciones de movilidad, toman la temperatura a oficinistas, cocineros, operarios, a todo el mundo, y cruzan ingentes cantidades de datos casi en tiempo real para determinar quién es y quién no un peligro para la salud del país. A los que sí, se los pone en cuarentena, aunque no faltan chistes proponiendo que quizá los ejecutan y los convierten en una materia prima más de su rica gastronomía.

El señor no es exactamente un héroe, hace poca cosa aparte de ver las noticias de la Sexta, hojear El Confidencial y cenar viendo El intermedio. En esos días es habitual ver en la tele las intervenciones vía skype de españoles que viven y trabajan en China contando su experiencia en primera persona, como si pudiera hacerse de otro modo. También recibe a veces algún meme relacionado con el virus, pero casi nunca lo reenvía.

Las cifras ascienden: 80.000 infectados en China, más de 2.000 muertos, aunque no son tantos porcentualmente, y la mayoría son ancianos con patologías previas. Algún experto lo compara en la tele con el virus de la gripe, y el señor asiente.

De pronto, el virus, como una pulga en un mapamundi, salta de país, pero a lugares que parecen aún más lejanos que China: Corea, Irán, Malasia, Baréin. Y nuestro señor sigue con su vida, haciendo promos, llevando a sus hijos al cole, al parque, a inglés, a la piscina. Para nuestro señor, en resumen, el virus no es más que una música de fondo a la que solo muy de vez en cuando presta atención.

Hasta que se produce el primer cliffhanger, y en la última semana de febrero, confirman los primeros casos en Italia.

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