22/3/20

CORONAVIRUS, la serie. Episodio 12.

¿Hay sexo en esta serie? Lo hay, pero debe admitirse que algo menos que en Juego de Tronos. El señor imagina los encierros de parejas sin hijos como lunas de miel sin la exigencia de hacer turismo, un desenfreno de carne y hormonas.  También es posible que se limiten a darse atracones de series.

El señor y su familia limpian, ordenan, aspiran, friegan. Hacen yoga. Juegan a tenis de salón. Plantan semillas de perejil y cebollino. Y entretanto, los gráficos de contagio parecen querer dispararse hacia la estratosfera en toda Europa. Ni rastro del célebre aplanamiento de la curva. Johnson se rinde y cierra pubs, gimnasios, cines y discotecas. Fin de la vía alternativa. La tensión aumenta. Se percibe también en las calles.

Un día el señor ve por la ventana a una pareja de ancianos del edificio de enfrente con la mirada fija en un yonqui buscando algo en el suelo. Y sabe el señor que la indignación de los ancianos no se debe a que se esté preparando un chino, sino a que está incumpliendo el confinamiento.

Otro día, el vecino del señor insulta desde el balcón a un tipo que estaba cagando en la calle. Son también más frecuentes las caceroladas. Las hay para el rey, para Pablo Iglesias, para Pedro Sánchez. Pronto terminarán coincidiendo las caceroladas con los aplausos. No hay tiempo suficiente para tanto ni de lo uno ni de la otro.

A mediodía del domingo 22 de marzo, Pedro Sánchez anuncia que el estado de alarma se prolongará dos semanas más,  al menos hasta el 11 de abril. Este es posiblemente su mejor discurso en toda la crisis. A la mujer del señor se le saltan las lágrimas cuando el presidente enumera algunos de los gestos solidarios de la ciudadanía.

E señor toca Imagine al piano. Es una canción trillada y capaz de generar caries en una sola escucha, pero su hija ha aprendido a tocarla con el violín y el metalonotas, y le parece buena idea hacer un dúo. Mientras suena la canción, puede el espectador visualizar el panorama de ese domingo distópico, los aplausos y luces estroboscópicas en los balcones, médicos rompiendo a llorar cuando llegan a casa, niños haciendo videollamadas a sus amigos, camioneros doblando turno en las carreteras desiertas, asesores sin escrúpulos calculando la siguiente mezquindad, cientos de camas dispuestas  cartesianamente en los pabellones de IFEMA.

A media tarde, el señor y su mujer hablan de la evolución de los acontecimientos. 28.000 contagiados. 1.700 muertos. Él hace planes en voz alta, son afortunados porque por el momento no tienen problemas económicos y es una oportunidad para compartir muchas cosas en familia. Ella está de acuerdo. Luego lo mira pensativa y le dice que se adecente por favor la barba, que estará más guapo.

Fin de la primera temporada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario