31/3/20

CORONAVIRUS, la serie. Episodio 2x02.

El mes de marzo de 2020 termina con 94.000 contagiados. 8.189 muertos. El señor redondea los contagios, porque no se los cree nadie. El número de muertos cuesta también de creer, pero es una cifra precisa y exacta. Basta con contar las bolsas que se amontonan en el Palacio de Hielo y en la Ciudad de la Justicia, aunque es dudoso que los muertos obtengan justicia de ningún tipo, del mismo modo que no van a ponerse a patinar.

Prosigue la llamada lucha contra el virus. El día 30 de marzo se endurecen las restricciones y ya solo pueden salir a la calle los que se dedican a actividades esenciales: conductores de autobuses vacíos, policías haciendo de sherif y periodistas informando de lo sorprendentemente vacío que está todo. Poco más. El señor constata en una de sus salidas que el quiosco de lotería de la esquina está cerrado. Al parecer, alguien ha considerado que la suerte no es esencial en estos momentos. Veremos, piensa el señor.

El señor, cualquier espectador lo sospechará a estas alturas, no es el personaje más optimista del mundo. Ni siquiera de su calle. Duda por sistema de casi todo, hasta de la esperanza. Y desde luego, duda de que en quince días nada vaya a mejorar o resolverse. Incluso Boris Johnson, negacionista de la pandemia hasta hace un cuarto de hora, admite que el confinamiento y la paralización total o parcial de la economía puede prolongarse seis meses más. De manera que tendremos que ver al Presidente del Gobierno hacer una docena de prórrogas del estado de alarma. No duda el señor de que detrás de esta dosificación de las malas noticias hay buenas intenciones, pero él preferiría que se tratara a la ciudadanía como personas adultas, que afrontarán las siguientes semanas con mayor entereza y mejor organización si cuentan con información fiable y veraz.

El señor, por tanto, no piensa, no visualiza el momento que todos parecen tener en mente, el instante feliz en que todo esto pase. De hecho, él vive ya como si no fuera a salir de su casa nunca más, algo que por otra parte tampoco difiere mucho de su vida anterior. Eso sí, el señor  está descubriendo nuevos vicios para los que se creía inmune: Twitter y el ajedrez on line. Un giro inesperado que lamentablemente no traerá a esta serie mucha más acción. Quizá ambas actividades le sirven para descargar tensión. O acumular ira. No está del todo claro.

El señor se toma otro café solo mientras saborea una idea. Parece que ciertas personas se hubieran estado preparando para esto toda la vida, piensa el señor: los astronautas, los juntaletras, las amas de casa. Y él está convencido de que es las tres cosas a la vez.

Boris Johnson: contagiado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario